AMBOS ESTABAN DESNUDOS Y NO SENTÍAN VERGÜENZA.


AMBOS ESTABAN DESNUDOS Y NO SENTÍAN VERGÜENZA.


A diferencia, y de manera mas radical, de las otras formas de comunicación humana, el encuentro sexual requiere de la desnudez. Nosotros podemos dialogar, hablar, discutir y al mismo tiempo defendernos del otro escondiéndonos detrás de coberturas intelectuales, psicológicas, sacras, etc.; en cambio cuando nos unimos en la carne para convertirnos en uno, tenemos que estar desnudos.
Desnudez es verdad: hacer el amor desnudo quiere decir aceptarse como se es, habiendo aceptado, el propio cuerpo en todas sus partes, incluso en las menos bellas, hasta la inevitable decadencia física que al pasar de los años lleva consigo. Hacer el amor desnudo quiere decir aceptar del mismo modo al otro, aun con sus partes menos bellas.
Solamente en la desnudez aceptada y acogida podemos reconocernos como somos, reconocer al otro para donarnos a él y acoger la oferta de vida que el otro nos hace, en un encuentro que derrote tanto la tentación de la posesión como de la fusión. En la desnudez caen las mascaras que a menudo nos colocamos para escondernos del otro. Si estamos dispuestos a mirarnos desnudos” con la luz encendida” podremos derrumbar las barreras que con frecuencia levantamos entre nosotros y que nos dividen, para reconocernos semejantes y encontrarnos en la verdad de nuestra humanidad más auténtica.
Desnudez es pobreza, dependencia confianza: la desnudez física tiene ciertamente implicaciones simbólicas; porque estar desnudos quiere decir reconocerse pobres, frágiles, dependientes, necesitados del otro, de su amor, de su cuerpo que nos cubre en el amor, nos hace sentirnos libres y nos hace ser verdaderamente nosotros mismos. Así construimos la experiencia de confiarnos al otro sin defensas, de abandonarnos a él-ella.
Desnudez es libertad: en la desnudez nos entregamos al otro reconociendo y acepando que solo del otro puede venimos la liberación de los temores, de la inseguridad, de la desconfianza, de la no aceptación o desvalorización de nosotros mismos. Donándonos desnudos al otro experimentamos también que el otro el que libera lo mejor de nosotros, nuestras potencialidades, lo que a menudo esta bloqueado. Del otro nos viene desconfianza y esperanza en el futuro.
Hacer el amor desnudo y, sobre todo desnudarnos Psicológica-mente en la relación del amor, es un camino no siempre fácil, reaparece la tentación de cubrirse, de defenderse del otro. De esta forma, podemos correr el riesgo de identificarnos con lo que nos ponemos: un vestido, un trabajo, un poder, bienes materiales; con lo que tenemos, mas que con o que somos: esto en el encuentro de amor, en nuestro vivir cotidiano y en todas las dimensiones de nuestra vida.

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